LECTOESCRITURA versus PLACER LECTOR


Llega septiembre, y la obligación de trabajar la "LECTOESCRITURA en minúscula" y me pregunto irónicamente... ¿minúscula porque las niñas y niños tienen cuatro años de edad?

Este curso sigo sobreviviendo en la escuela pública (pese al maremoto político) compartiendo vivencias con el grupo del año pasado, y he de confesar que me aterra la obligación de tener que hacerles rellenar cuadernillos con "aes, eles y emes punteadas".
Me aterra más por mi que por ell@s, que se adaptan a todas las propuestas con gusto (así de vulnerables somos de pequeñ@s).

Pero el trabajo en equipo es así. Los acuerdos de ciclo no siempre son flexibles y hay que adecuarse a la decisión más votada. La presión social y la prisa por forzar los procesos naturales me ponen este curso entre las cuerdas, o mas bien entre las pautas.

Me pregunto:

¿Está la musculatura preparada para asumir tanta curva, tanto trazo, tanto ir y venir?
¿Cómo afecta adelantar procesos fisiológicos a la futura competencia lectora?
¿Qué precio se paga por "aprender a escribir" con cuatro años?
¿Se puede recuperar el tiempo de juego perdido en la infancia?


2 comentarios:

  1. Hola, Mila.
    Te doy toda la razón.
    La vida está compuesta de instantes irrepetibles. Nunca nos sentiremos tan libres como de niños ni tan fuertes como de adultos ni tendremos una perspectiva tan clara como la que puede contemplar un anciano desde sus años vividos. Por ello resulta absurdo sacrificar una etapa de la vida preparándose de manera obsesiva en favor de otra.
    En mi opinión, el problema radica aquí, en la consideración de los niños como potenciales hombres y mujeres hechos y derechos y no como lo que en realidad son: personas que se encuentran atravesando la que tal vez pueda ser la etapa más hermosa de sus vidas. En consecuencia, toda la educación gira en torno al empeño en enseñarles desde muy temprano habilidades "adultas" que les favorezcan a la hora de su futura inmersión en el mundo laboral. Llevando la analogía al extremo, es como si a nosotros, adultos más o menos jóvenes, nos sometieran a un exhaustivo programa de entrenamiento físico y mental para que llegáramos en óptimas condiciones a la vejez, dejando a un lado lo que la vida puede darnos en la etapa por la que estamos pasando.
    Nos enfrentamos así con programas educativos que se centran en las formas (se instruye a los niños en la escritura y en la lectura de caracteres alfabéticos), obvian los contenidos (no se les enseña a narrar ni a comprender lo que leen) y marginan, además, el desarrollo y disfrute del tesoro genuino de los niños: su capacidad creativa y de juego como manera de estar en el mundo durante la etapa que les toca vivir.

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  2. Pensativa, la liebreseptiembre 28, 2011

    Jacobo, muchísimas gracias por compartir tu opinión y enriquecernos con ello. El Sistema Educativo necesita con urgencia un cambio de paradigma.
    Veo muchos inconvenientes, el primero: el marco legal. Pero yendo a lo más inmediato y práctico, quizás uno de los cambios más importantes sea la toma de conciencia del profesorado, la acción educativa consciente y acorde a los tiempos actuales.
    Me gusta la reflexión que haces sobre vivir con intensidad cada etapa de la vida. Quizás esa sea una buena clave para empezar a tomar conciencia: ¿Cual es la responsabilidad (respons-habilis: capaciad de dar respuestas hábiles) que conlleva ser educador (educere: el que acompaña, el que guía)?
    Nosotr@s, adultos que trabajamos con y para niñ@s (desde cualquier ámbito) tenemos perspectiva, formación, criterio, experiencia y la supuesta madurez para responsabilizarnos de la parte que nos toca.
    La lectoescritura es, con demasiada frecuencia, el eje central entorno al cual giran los planteamientos metodológicos de la Educación Infantil... cuando en realidad el "trabajo" de las niñas y niños es aprender a través del juego y la experiencia.
    Se me ocurre un primer paso bien sencillo...
    Terminar el día sentados bien juntitos, mirándonos a los ojos, y compartiendo el aliento de un buen cuento narrado con amor.

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